El pasado día 31 de marzo fui a Madrid con motivo de ver el musical de El Rey león. Se encontraba en el teatro Lope de Vega hasta ayer día 30 pero, debido a la gran aceptación del público, han ampliado el plazo.
Todo comenzó antes de navidad, hacia el mes de noviembre aproximadamente, cuando unas amigas me lo propusieron. Estaba sumamente nerviosa, ya que era la primera vez que volaba en avión e iba a ver un musical.
Salimos a las 09:30 horas de la mañana y para antes de las 10:30 ya estábamos en el Aeropuerto de Barajas de Madrid.
Deleitándome la vista y el paladar estuve por SOL, Callao, la Plaza Mayor, Preciados, Gran vía, varias calles, plazas y avenidas conocidas de la ciudad. Pero, sin duda, la parte que más me gustó fue el Mercado San Miguel, un lugar que había visto por televisión pero que no creía que me fuera a emocionar tanto.
Se trata de un mercado destinado a todos los públicos y a todos los bolsillos. No es un mercado convencional, en el cual podemos comprar una caja de pescado o fruta, sino que es un espacio gourmet. Podemos encontrar champagne, pintxos, las famosas croquetas madrileñas, caviar, zumos naturales y un largo etcétera.
Se nota que el espacio ha sido totalmente cuidado por arquitectos, restauradores y diseñadores para que, al unir y contrastar ideas, den como resultado una maravilla para los ojos y el paladar.
El tiempo nos acompañó durante todo el día y eso fue un plus añadido a nuestra ruta turística.
Cuando llegamos al teatro nos hicimos la mítica fotografía con el magnífico escenario. Digo magnífico porque siempre que hay una obra de teatro adornan de forma completa la fachada del edificio.
Todo esto me causó bastante asombro, ya que es la primera vez que acudía a un musical.
Nos situamos en nuestros asientos y nos dispusimos a trasladarnos a esa infancia física y psicológica que hacen que un niño y un adulto, al ver la función, se conviertan en niños de nuevo.
Si me preguntan qué parte me gustó más sería imposible responder a ella porque cada parte tenía algo mágico que la hacían especial.
En cuanto a la escenografía, he de decir que no era muy convencional, sino que estaba tratada por capas y jugaba un papel muy importante con los personajes. La luz era un factor de similares características. Habían fragmentos que, debido a la ausencia de luz en los personajes evocaban a las sombras chinescas.
El tratamiento del vestuario es exquisito porque te traslada al pleno corazón de la selva desde un punto de vista contemporáneo.
Si vemos a los personajes, que deben ser animales como en la película, vemos como la mayor parte de su cuerpo está cubierto con ropa que dibujan la silueta humana. Se trata, de una insinuación por parte de la artista multimedia estadounidense Julie Taymor, la cual ha realizado, entre otras cosas, las máscaras africanas de los leones.
La obra estaba dividida en dos actos, con un descanso por medio de 15 min. Destacaban los colores, la caracterización, el vestuario, el atrezzo y, por supuesto, la interpretación de los personajes.
Debido a que ayer era el último día y se ha ampliado el plazo de las funciones en la ciudad no voy a dar más detalles y dejaré que quede todo en un par de pinceladas para que, si en alguna ocasión, tenéis la oportunidad de ir disfrutéis lo mismo o más de lo que lo he hecho yo.
Espero haberos abierto una posibilidad hacia una cosa tan bella, la cual he descubierto a raíz de esta obra, que son los musicales.
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