sábado, 15 de diciembre de 2012

3,2,1....¡MADRID!

A pesar de no haber publicado nada durante algún tiempo voy a contaros mi experiencia en mi último viaje a Madrid en el que pude hacer una visita express a los museos de interés personal. Al tratarse de una estancia corta no pude disfrutar cuanto deseaba de todas las exposiciones que visité, a la vez que me quedaron muchas por ver.
En cualquier caso, voy a realizar un breve comentario de cada una de las obras que tocaron mi fibra sensible.

La primera visita obligada Museo Thyssen Bornemisza, debido a que era el principal motivo de mi viaje. A pesar de ser una exposición dedicada a Paul Gauguin podemos encontrar obras de Emil Nolde, Henri Matisse, Manguin, Robert Delaunay, Wassily Kandinsky, entre otros.
Es por este tipo de exposiciones por los que merece la pena vivir en una ciudad tan intensa como Madrid. 

INVITACIÓN AL VIAJE.
Paul Gauguin. Parau api (¿Qué hay de nuevo?) 1892.
Óleo sobre lienzo. 67 x 92cm.
En cuanto al tipo de pincelada podemos decir que acompaña a las direcciones carnales, otorgando un mayor realismo.
La mano central y la mirada de la mujer de la derecha me introducen en la obra para observar el conjunto.
Si valoramos el cromatismo vemos como el artista juega de manera astuta con los tonos complementarios para conseguir así un mayor protagonismo y focalización de los personajes de la composición. Predomina altamente el empleo del color verde en toda su totalidad.
Como en la obra pictórica de Matisse percibimos unas potentes líneas que delimitan espacios y elementos pictóricos.

IDAS Y VENIDAS. MARTINICA.
Paul Gauguin. Idas y venidas, Martinica. 1887.
Óleo sobre lienzo.72,5 x 92cm.
En esta obra podemos ver una paleta reducida a seis tonos donde el trazo guarda un papel muy importante, debido a que marca líneas compositivas para centrar la atención en los individuos y animales, a pesar de tratarse de un paisaje muy envolvente y cautivador. El tema y los colores empleados son muy agradables.

"Recorres con la mirada las calles, con sus matices alimonados, pasas después a los deslumbrantes azules en que confluyen el cielo y el mar, y finalmente al eterno verdor del bosque en la montaña...y te deslumbra la dulzura de los tonos, la limpieza de las líneas a pleno sol, la transparencia de las coloreadas sombras...y no dejas de preguntarte: ¿Cuándo, donde eh visto todo esto...hace mucho tiempo?"
Lafcadio Hearn. Les Porteuses, 1890. 

PARAÍSO TAHITIANO.
Paul Gauguin. Mata mua (Érase una vez) 1892.
Óleo sobre lienzo.
Las tonalidades verdosas tan vibrantes hacen que mi mirada se detenga a reflexionar sobre cómo lo pintó al natural, qué tipo de matices existían en Tahití y dentro de la mente del propio artista para que ambos se integren en la obra. Es cierto que Gauguin se enmarca en una etapa en la cual los artistas modifican en cierta medida los tonos que ven en la naturaleza con los que utilizan en su paleta pero, es en este caso, que no me resulta motivo de una alteración, se ha convertido en una imagen verídica que relata un momento determinado en el que el cromatismo se puede ver en su máximo esplendor.

Paul Gauguin. Matamoe (Muerte. Paisaje con pavos reales) 1892.
Óleo sobre lienzo. 115 x 86 cm.


 Los colores empleados son similares a los de la producción de Frantisek Kupka y Robert Delaunay. Esta obra guarda relación con la anterior si nos referimos a los valores cromáticos reales y, si entornamos la vista, puedo imaginarme en dicho lugar oyendo los sonidos del entorno salvaje.
El tratamiento que emplea en los árboles y las montañas, no ya a nivel tonal, sino por el tipo de pincelada, por la creación de planos de luz y de sombras redondeados me recuerdan a los paisajes de Joaquín Sorolla.

                                       Joaquín Sorolla - Frantisêk Kupka - Robert Delaunay

Paul Gauguin. Mujeres en la ribera del río. 1892.
Óleo sobre lienzo.
Podemos ver un tratamiento general basado en el color y la mancha como situación de las formas, con entrar en pequeños detalles. Es una de las obras que se asemeja más a los ejercicios planteados en este curso.

Paul Gauguin. Dos mujeres tahitianas. 1899.
Óleo sobre lienzo.
Bajo la apariencia indígena de la mujer podemos ver una clara cercanía. Los tonos condicionan tanto o más que el propio tema. 
Al tener una temática vanal, doméstica y cercana nos resulta completamente agradable y poética. A decir verdad, es una de mis obras preferidas de toda la exposición.

BAJO LAS PALMERAS.

" Como puede observarse en esta sección, no sólo para Gauguin sino también para artistas como Henri Rousseau o Henri Matisse, Emil Nolde o Max Pechstein, August Macke o Franz Marc la relación con la naturaleza salvaje, real o imaginaria, se convirtió en el modo idóneo de recuperar la inocencia y la felicidad, el verdadero sentido del arte. El mundo de la jungla les brincaba a todos ellos un medio para superar la crisis de valores estéticos, morales y políticos, y saltarse los límites del lenguaje artístico vigente. "
Web Museo Thyssen Bornemisza Madrid.        

UN ARTISTA COMO ETNÓGRAFO.

Es a partir de esta sala donde podemos ver más diversidad en cuanto a artistas, etapas y metodologías.

Paul Gauguin. Muchacha con abanico. 1902.
Parece estar en el vacío sentada en una silla. La sensación que transmite al espectador es algo mística, poética e irreal. 

Henri Manguin. Las estampas. 1905. 
Para mi sorpresa me he topado con esta imagen que guardaba en el PC desde hace muchos años sin conocer al artista. Ha sido como un desvelamiento y ha sido el detonante para iniciar una búsqueda exhausta de su producción. La composición, el colorido, el dibujo, el gesto y la pincelada hacen que me traslade a mis orígenes con el color.
No me gusta hablar del mercantilismo en el arte, de fijar un precio a algo tan subjetivo pero esta obra sería uno de mis caprichos, con lo cual me gustaría contar.
Me pasaría horas y horas observándola. Tiene magia, alguna fuerza que me atrapa y no me deja marcharme.
Dicen que el ser humano necesita poseer para ser feliz pero, sin embargo, sus posesiones tienen fecha de caducidad. En mi caso, en concreto con esta obra, pienso que formaría parte de toda mi vida.

Ernst Ludwig Kirchner. Dos desnudos
con barreño y estufa.
1911.
Pienso que este artista es bastante incomprendido porque su paleta es bastante radical en cuanto a las degradaciones de tonos, es decir, la luz es naranja y la sombra azul, o rosa y verde. Son tonos que, en el caso de Manguin al utilizar gradaciones de éstos dan la sensación de un realismo tamizado, mientras que éste en apariencia es irreal.

Mijail Larionov. Desnudo azul. 1908.

 LA LUNA DEL SUR.
" Finalmente he cumplido con mi deber y si mi obra no pervive, al menos subsistirá la memoria de un artista que liberó la pintura de sus cadenas académicas y de las plumas simbolistas (otra forma de sentimentalismo)" .
Paul Gauguin, 1901.

Henri Matisse. Flores y cerámica. 1913.
De esta obra podemos decir que se caracteriza por su gran predominio azulado (cerúleo, ultramar) en el que el color es similar al de las noches de Anglada. Las interpretaciones de la cerámica o la pieza superior circular se asemejan a tres representaciones arquetípicas del rostro.
La composición es simple pero bastante efectiva.
Los planos y las direcciones son las piezas claves de la obra.

Robert Delaunay. La gran portuguesa. 1916.
.
 Esta imagen presenta un excelente tratamiento al poder observar en algunas zonas el dibujo previo, al igual que irradia belleza por cada centímetro que compone la obra. Los elementos más interesantes son la luz, el color, el soporte y el material (cera sobre lienzo).
El tratamiento que ha escogido le permite un trazo suelto y envolvente, dando efectos ópticos similares al que conseguimos con la acuarela.
Emil Nolde. Noche de luna. 1914.
 Nos encontamos con una gran motivación para desarrollar mi proytecto de Idea y concepto I. Se ha retomado la línea simple pero efectiva.
A pesar de ser aparentemente fácil te invita a reflexionar y plantear que existe un complejo proceso.
Puede ser una abstracción de la realidad que ha partido de un proceso conceptual para llegar a lo procesual.

Wassily Kandinsky. Túnez. La bahía. 1905

Wassily Kandinsky. Ciudad árabe. 1905.
Estas dos últimas obras han causado un shock en mi memoria histórico-artística que ha roto todos los esquemas que previamente tenía sobre el artista. Se trata de un tratamiento que nada tiene que ver con este tipo de fauvismo. Es por lo que se sale por completo de mi concepción sobre el artista.

Henri Matisse. Oceanía, el mar. 1946-1947.
" Habiendo trabajado cuarenta años en la luz y el espacio europeos, siempre soñé con que sería posible hallar otras dimensiones en otro hemisferio.
Siempre fui consciente de otro espacio en el que avanzaron los motivos de mis ensoñaciones. "
Henri Matisse, 1930.

Si tuviera que realizar una valoración general de la exposición no tendría palabras para calificarla. Al ver el recorrido del artista en la ciudad de Tahití y de los artistas de su entorno ha sido una gran fuente de inspiración, debido a que son obras que pertenecen a estilos concretos que veo con poca frecuencia en los museos. La paleta, la pincelada, la composición, esa atmósfera que inunda a cada una de ellas y que me atrapan convierten a esta exposición en una de mis preferidas.
Como parte negativa diría que es una pena que estas obras no se reúnan tan a menudo en España, ya que sería una buena opción para disfrutar de ellas cuando dispusiésemos de tiempo libre. Al no ser así tenemos que tomarnos esos viajes como pequeños lujos que son difíciles de repetir y que cuando los volvemos a hacer nos encontramos con algo nuevo.
Otro inconveniente es que este tipo de espacios podrían estar habilitados o tendrían que permitir que los artistas/ estudiantes pudiesen tomar el espacio como centro de aprendizaje, para poder así realizar copias de obras maestras.

Como conclusión añadir que ha sido una experiencia muy buena que estoy dispuesta a repetir en cuanto vuelva a tener tiempo de ocio.

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